En un país donde "no se aumentó ningún impuesto", la presión real de Ganancias ya se triplicó

Cada vez que se le reclama al Gobierno por la creciente presión impositiva, la presidenta Cristina Kirchner no sólo rechaza las críticas sino que se las ingenia para hacer que las miradas se posen en otros.

Por ejemplo, cuando afirmó que la culpa de que los argentinos paguen cada vez más tributos era de los gobernadores provinciales, que aumentan discrecionalmente gravámenes que son altamente distorsivos como Ingresos Brutos.

La última vez que habló del tema también se las arregló: aseguró que era la gente la que se confundía, al advertir que no sube la presión fiscal "cuando les golpean la puerta para ver si pagaron los impuestos que les corresponden". 


En aquella oportunidad incluso manifestó que el indicador se incrementa cuando se crean nuevos gravámenes o se aumentan las alícuotas existentes. Sin embargo, un reciente informe elaborado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) demuestra lo contrario.

Por caso, el trabajo destaca que un empleado casado con dos hijos con salarios de $17.500 brutos pasó de pagar una tasa efectiva del 2,4% en 2001 al 7,7% en 2014. En tanto que un soltero con los mismo ingresos saltó del 3,9% al 13%. Dicho de otra manera: triplicaron el aporte que realizaron en dicho período.

En el caso de los trabajadores autónomos la cosa es similar ya que, según el informe, la tasa real se habría duplicado si se considera el promedio que se abonaba en la década del noventa y lo que se afrontaba el año pasado.

Una carga cada vez mayor

 Desde el IARAF advirtieron que "un dependiente que ha mantenido constante su sueldo real durante todo el período ha tenido que destinar constantemente un porcentaje creciente de su ingreso para afrontar su obligación tributaria".

Para llegar a esa afirmación, calcularon la tasa efectiva que abonaron a lo largo de los años asalariados con distintos niveles de ingresos. Como premisa, tuvieron en cuenta el supuesto de que los empleados obtuvieron en cada año un incremento nominal de ingresos similar al porcentaje de inflación del año anterior.

De esta manera, y tal como se puede observar en el siguiente cuadro, los empleados casados con dos hijos terminaron sufriendo una presión cada vez mayor, que puede llegar a ser (de acuerdo a los ingresos) de hasta poco más de tres veces.

 


En el caso de trabajadores solteros, el peso del gravamen pasó de ser del 3,9% en el 2001 al 13% en el 2014 (para quienes tuvieron ingresos de $17.500 en 2013). Es decir, que se incrementó más del 230% en dicho período. 


En definitiva, sin importar el nivel de ingresos obtenidos y la condición familiar de los trabajadores, queda claro que la presión que generó el impuesto en los asalariados en los últimos años fue cada vez más alta. 
 
Autónomos, los eternos olvidados

 En el caso de los trabajadores independientes la cosa no cambia demasiado. Por el contrario, según afirmó el IARAF, la tasa que se abonó en 2014 se duplicó respecto de la que debían afrontar en la década del noventa.

Ganancias pasó de representar en promedio el 4,8% en 1999 de los ingresos brutos gravados totales de los contribuyentes a un 14,3% en 2014, lo que significa un aumento de prácticamente el 200 por ciento.

El trabajo indica que "en el caso de las personas físicas (autónomos) se ha experimentado en la última década en nuestro país un incremento promedio de presión tributaria del Impuesto a las Ganancias similar al que hubiera ocurrido si se hubiese duplicado la alícuota legal del tributo".

Y advirtió que esto se produjo "con el agravante de que esta mayor alícuota efectiva no es fruto de una decisión pública y visible del poder del estado correspondiente (Congreso de la Nación) sino fruto de la falta de reconocimiento del proceso inflacionario vivido".

Esto es así debido a que los autónomos tienen un piso a partir del cual abonan el tributo muy bajo. En efecto, los casados con dos hijos tienen un mínimo de $5.472 y los solteros desde tan sólo 2.592 pesos.

La alícuota mayor, con menos ingresos

 Otro de los aspectos que revela el informe realizado por el IARAF es que, debido a los atrasos existentes en los parámetros y en las escalas, es cada vez más fácil alcanzar la alícuota del 35% (que es la mayor). Tanto, que es la nación de la región donde se requiere menos ingresos para hacerlo.

Al respecto, y tal como se puede observar en el siguiente gráfico, el trabajo señala que "la Argentina es el país en el cual un trabajador comienza a pagar la tasa máxima vigente con en menor nivel de ingreso anual imponible, incluso con una significativa diferencia".


 
"Así mientras en nuestro país un trabajador con un ingreso anual de solamente entre $ 210.000 y $ 270.000, según el caso (solteros o casados), ya queda alcanzado por la mayor alícuota posible, en los demás países analizados se necesita un ingreso entre tres y diez veces superior para encontrarse en una situación similar", añadió. 


Posibles soluciones

 Desde el IARAF consignaron una serie de factores que no deben eludirse si el objetivo final es el de otorgar una solución definitiva al tema de los parámetros de liquidación del Impuesto a las Ganancias.

Ellos son:

a) Una reducción en la presión tributaria que están sufriendo los sectores de ingresos medios.
b) Eliminar las situaciones de inequidad que implican que contribuyentes de similar nivel actual de ingresos sean afectados por el tributo de manera muy desigual.
c) Establecer un mecanismo de ajuste automático que le dé previsibilidad y elimine la discrecionalidad del sistema.

Más allá de las posibles soluciones, hay marcadas distorsiones en el gravamen que deberán ser resueltas por el próximo presidente ya que, de lo contrario, se pronunciarán los problemas existentes.

Fuente: Iprofesional 

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